Lo que hacen los años

Recuerdo que cuando estaba en uno de los primeros semestres de la carrera de Derecho (si, soy abogado), uno de los profesores, chileno él, nos cuestionó respecto de un dato cultural de la vida diaria del abogado mexicano. En ese momento, ninguno de mis otros treinta compañeros de clase supo dar una respuesta acertada a tal cuestionamiento. Incluso, el predecible silencio sepulcral se apoderó del aula. Tan sólo fue interrumpida por algún lápiz o bolígrafo que caía al piso y por el pasar de hojas de algún nervioso estudiante, que creía inocentemente que en alguno de sus códigos o cuadernos encontraría la respuesta.

Como era de esperarse, el reconocido académico espetó un regaño hacia los aprendices. No uno injuriante ni alevoso, pero si uno repleto de matices respecto de lo que se esperaría que un abogado en ciernes supiera o tuviera interés en saber. En la experiencia de este humilde narrador, ese momento/regaño nunca ha quedado en el olvido. Tampoco la explicación que vino después del regaño ante la ignorancia colectiva. Ha quedado archivada en mi mente hasta el día de hoy, en el que ya tengo algunos años de experiencia como esquire, aún sin estar debidamente titulado.

Al día de hoy, al que le toca regañar a los aprendices por no saber ese dato, que es plenamente cultural, es a mí. Y no deja de sorprenderme, entre muchas otras cosas, que esa misma ignorancia sigue estando ahí. Parecería que se debe a que los alumnos no están enganchados con su profesión (me parece que denominarla carrera incorrecto, porque lo que estás aprendiendo es a intentar dominar una ciencia/arte, con una capacidad y aplicación relevante), y solamente la ven como algo temporal, sin reparar en que eso es a lo que se dedicarán el resto de su vida. Una actividad a la que habrán de destinarle al menos ocho horas diarias, por más de doscientos días cada año.

La experiencia me ha enseñado que no sólo el Derecho (Sí, con mayúscula) se aprende cada día, pensándolo y estudiándolo. Lo más importante que he aprendido es que el Derecho debe ser algo que te enganche para disfrutarlo, condición necesaria para apreciarlo realmente, de que todo lo que implica será algo que permeará cada día de tu vida, modificándola. Esto es algo que no todos sabemos al inicio de la licenciatura. Muchos más siguen sin apreciarlo realmente durante el transcurso de ella. Y un porcentaje elevado quedan sin aprehenderlo al final de la licenciatura.

Me parece que soy afortunado, porque en verdad disfruto esto de ser un abogado diferente, que disfruta lo que hace, aún cuando está inmerso en un mundillo cuyas características intrínsecas son muy diferentes a las mías. Y eso me hace aún más feliz.

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